viernes, 14 de febrero de 2014

Existe la democracia ????

La democracia no existe, al menos no en la modalidad que muchas personas creen que es. La Real Academia Española  define democracia como una “Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.” y “Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.”, ninguna de las dos definiciones podrían estar más alejadas de lo real. Perceptualmente en la sociedad actual, la democracia es la libertad de escoger libremente un candidato, pero si el candidato es impuesto, ¿existe realmente una libertad?

Partamos de la realidad. Los partidos políticos se han vuelto unos artículos de consumo, ellos ofrecen y la sociedad escoge, ahora, supongamos que una persona está a favor de una oferta que le beneficia y a la vez, naturalmente a otros ciudadanos, digamos que la propuesta es el desarrollo para la utilización de energías renovables y la sustentabilidad, si el candidato pierde ¿Por qué habríamos de perder un bien que beneficiaría a toda una nación? En una real democracia no debe de haber una decepción, una resignación como la que sufre quien apuesta todas sus fichas a un número.


Votar no es la consumación de  la democracia, tan pronto como un candidato es colocado en su puesto nuestra participación se trunca, no tenemos acceso a las verdaderas decisiones hechas para nuestro país, y en este punto del proceso es donde, en la mayoría de los casos, los intereses de los políticos terminan atropellando los del pueblo. En una verdadera democracia, el votante y gobernante deben de ir de la mano en esta tarea.

Lo que realmente está matando este derecho son los que lo predican.
 Políticos que aparecen de la nada, casualmente empresarios y/o delincuentes que reciben aplausos y admiración por bajar a los sectores desfavorecidos para escuchar sus necesidades, de esto no tenemos necesidad, es patético.
 Un candidato ideal -y aquí ambién me asaltan serias dudas por ejemplos que vemos a diario en Argentina - sería alguien proveniente del mismo contexto del de las mayorías, sabría de vivencia propia las carencias que urgen ser cubiertas o alguien que la sociedad pueda identificarlo como una persona sensible a estas precarias y postularlo.
 Los asaltantes de este derecho han desarrollado un cinismo abierto a nuestros ojos, como cuando renuncian a su puesto antes de terminar su gestión o coaliciones de partidos que ideológicamente se oponen para ganar una candidatura -¿O de verdad creen que es porque se mueren de ganas de servir a la ciudadanía?- y nosotros no estamos haciendo nada al respecto, ante el descaro.

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