El trabajo es la matriz de la grandeza colectiva ,pero carece de estímulo si el ensueño no le da color a la vida;la cultura es la legítima coronación de la vida civil , pero agoniza cuando se extingue la fortaleza de obrar .Un pueblo no puede vivir sin soñar , ni puede soñar sin vivir.
Por el camino de la pereza y la ignorancia pueblo alguno culminó en la historia ( y nosotros vemos nuestra profunda decadencia) .La historia dice que el trabajo y la cultura se hermanan para agigantarlos , que la pobreza y la ignorancia suelen ser simultáneas en su decadencia.
Arar cerebros vale tanto como sembrar miles de hectáreas de soja ; la cosecha puede perderse y decaer la opulencia , la cultura no se agota ni concluye. El ignorante es siempre débil , incapaz de comfiar en si mismo y de comprender a los demás .
domingo, 28 de diciembre de 2014
Muy buena nota sobre el Uruguay verdadero. - Uruguay Potemkin
Escrito en el diario El País de Montevideo por el profesor universitario y ensayista uruguayo Francisco Faig..
"Catalina la Grande debía visitar Crimea en 1787. Como
la situación social y económica allí era muy mala, el gobernador Potemkin hizo
edificar fachadas pintadas a lo largo de la ruta de la visita de la zarina para
simular pueblos venturosos y pujantes. Así, desde lo alto de las colinas,
alejada del detalle, Catalina quedaba satisfecha de la situación presentada.
Varios pueblos fueron así vistos por la zarina. En realidad, se trataba siempre
de la misma fachada falsa. Ella se montaba y desmontaba a medida que avanzaba
la ruta oficial. Catalina quedó tan conforme de la evolución en Crimea, como
logrado había sido el engaño de lo que se conoció luego como los “pueblos
Potemkin”.
Aquí también tenemos nuestros
bastidores Potemkin. Contentos con la bonanza, satisfechos por lo que creemos
es nuestro excepcional lugar internacional y henchidos de nuestra reputación
democrática, estamos seguros de que vamos hacia el país de primera prometido.
Si bien a veces sabemos que se precisan respuestas urgentes para algunos
problemas serios, la urgencia no alcanza para interrumpir en verano el cansino
tranco nacional. En el fondo, creemos que vamos bien y que estamos a tiempo de
encaminar esas difíciles situaciones.
Cuando no nos gusta algún dato
en educación o en seguridad, que allí están los peores, siempre terminamos
levantando la vista para constatar que seguimos siendo en general mejores que
la región. Según nos cuentan nuestros numerosos y complacientes analistas
Potemkin, la cosa no va tan mal. Y como le pasaba a Catalina la Grande, los bastidores
pintan, de lejos, escenarios promisorios.
El problema es cuando la
realidad se ve más de cerca. Los últimos resultados del Ineed en evaluación de
la educación ratifican que estamos formando generaciones enteras de jóvenes que
adquieren muy pocas capacidades para integrarse al mundo del trabajo. Ni qué
hablar de lo que ya sabíamos sobre la extendida orfandad de formación
ciudadana, que hace que las nuevas generaciones nada sepan y nada entiendan de
las exigencias propias de una democracia de calidad.
Detrás del Uruguay Potemkin hay
un país partido en tres. Están los ricos que acceden a la educación privada y
tienen al mundo como horizonte de realizaciones (hablan inglés, ¿vio?). Su
capital económico, social y cultural les permite un futuro promisorio. Están
las vastas clases medias que siguen creyendo en la ascensión social a través
del esfuerzo y de la educación, pero tropiezan con un futuro de frustraciones,
remediado, aquí o allá, con algún empleo público relativamente bien pago.
Finalmente, quedan los numerosos desconectados del sistema educativo que son
las clases populares sin horizontes de integración ni éxito económico.
Hace las veces de Catalina la
Grande nuestra provinciana burguesía acomodada con su irredimible y ya
tradicional sentido de autocomplacencia. Aferrada a sus gustitos y “arrebañados
privilegios”, como escribía Real de Azúa, prefiere creerle a Potemkin antes que
enfrentar ningún cambio con sentido de excelencia que le venga a complicar su
plácida existencia. Más vale mirar las cosas desde la colina.
Y para estar tranquila con su
consciencia reformista, ha votado mayoritariamente a la izquierda. Ella, se
sabe, tiene todo mucho mejor. Se nota de lejos en la ruta del verano camino a
la paz esteña. "
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