domingo, 30 de marzo de 2014

Ya no soporto más que a unos pocos .

Estuve la semana pasada de viaje por negocios fuera del país especialmente para una reunión que sabía de antemano que sería tediosa .
Al final de ese día y camino al aeropuerto  comprendí entonces que había compartido horas con un prodigioso imbécil  , dónde la conversación se tornó tan absurda que no tenía ánimo para seguirla .
Todo lo que yo desprecio es estimado por este idiota y todo lo que odio le parece adorable.
Marcharme me resultó una absoluta delicia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario