Estuve la semana pasada de viaje por negocios fuera del país especialmente para una reunión que sabía de antemano que sería tediosa .
Al final de ese día y camino al aeropuerto comprendí entonces que había compartido horas con un prodigioso imbécil , dónde la conversación se tornó tan absurda que no tenía ánimo para seguirla .
Todo lo que yo desprecio es estimado por este idiota y todo lo que odio le parece adorable.
Marcharme me resultó una absoluta delicia.
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